sábado, 1 de septiembre de 2012

No le importamos a los gobiernos, por eso los pueblos maduran...

Los gobiernos no cumplen sus obligaciones, son irresponsables; diría más, temerarios. No merecen nuestra confianza ni el privilegio de orientar al pueblo, liderarlo, dirigirlo o gestionarlo. Ninguna persona es tan virtuosa como para gobernar a otra sin su consentimiento, o contra su voluntad.

Los problemas a los que se enfrenta la humanidad nunca fueron políticos, sino técnicos. La política es un medio primitivo y obsoleto para tomar decisiones colectivas.

Los gobiernos sólo son una secta más, una institución egoísta más (junto con ejércitos, corporaciones, religiones y monarquías) que pretende legitimarse a golpe de agnotología (industria de la ignorancia). Sus intereses son egoístas, y querer creer lo contrario es ingenuo y peligroso.

Mi teoría es que, en la antigüedad, los gobiernos surgen porque las primitivas sociedades sedentarias ignoraban partes de la gestión y conservación de recursos y solución pacífica de conflictos, por lo que en vez de implementar tecnología con dicho fin deciden delegar estas decisiones en el gurú, gestor o patriarca (seguramente disfrutaba de los privilegios de varios roles a la vez).

Hoy sufrimos el mismo problema: la escasez. Hoy podemos superarla porque tenemos tecnología, pero la cultura económica no nos lo permite porque el fín no es el beneficio común o social, sino individual. Se ha condenado al que buscaba mejorar la sociedad (caza de brujas) y premiado al egoísta (menuda distorsión de la realidad). En las definiciones de economía (con pocas excepciones) se mencionan dos aspectos clave: gestión y recursos escasos. Es triste que ningún teórico de modelos económicos de la historia halla aspirado a superar la escasez y llegar a la abundancia. El sistema de precios (trueque, dinero, deuda, servidumbre o cualquier otra condición) no es una solución a la escasez.

Según las doctrinas políticas, la solución a la escasez es una buena gestión. Según el pensamiento crítico y científico, la solución es crear abundancia para todos mediante la tecnología.

Pero para un gobierno no tiene sentido hacer esto porque él mismo dejaría de ser relevante para su pueblo, influyente, poderoso. Las instituciones egoístas son parásitos que les surgen a las sociedades por no gestionar eficientemente sus recursos, mantener una higiene social y confiar en esa entidad virtuosa cuya actitud es la de un maltratador en cualquier sentido.

Todo esto, en sentido general. Concretando me atrevo a decir que en un sistema de precios o monetario, ningún pueblo le importa a su gobierno. Aunque son dirigidos por personas con los mismas necesidades que el resto, estas tienen una percepción estrecha de la realidad para mostrar la negligente actitud que observamos.

En conclusión: No podemos confiar en gobiernos. Necesitamos superar gobiernos donde las decisiones las tomen personas. Los pueblos del mundo estamos madurando y queremos participar de la toma de decisiones, y para ello necesitamos transparencia absoluta, acceso a toda la información que necesitemos. Así podremos hablar de rediseño global integral.

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